Un concepto, quizá en nuestra mente más asociado al mundo de la ciencia ficción que a la realidad, es el de cyborg, una especie de fusión entre el ser humano y la máquina.
Y, sin embargo, no se trata completamente de un concepto fantasioso (al menos no cuando no se lleva hasta sus últimas consecuencias), sino que existen ya realidades.
Puede que todos seamos un poco cyborg
En realidad, si lo pensamos bien, vivimos, y ya desde la antigüedad, en una creciente ‘cyborgización’, en una mayor participación de la tecnología en nuestro bienestar y en nuestro propio ser.
Aunque sea un nivel de tecnología muy básico y como ejemplo, cuando para arreglar una fractura grave, se unen las partes del hueso con una placa que queda en el interior, hemos incorporado a nuestro cuerpo un elemento tecnológico, muy básico si se quiere, pero real.
Cuando para arreglar una miopía o unas cataratas nos implantamos lentes intraoculares, estamos incorporando tecnología y elementos artificiales a nuestro propio cuerpo que arreglan desperfectos pero que a veces también potencian nuestras capacidades. Aunque mucho más primitivo y ‘de quita y pon’ las propias gafas son una forma de incorporación de tecnología al cuerpo.
Algo parecido podemos decir de un marcapasos, de una bomba de insulina, de un implante coclear o de extremidades robóticas para amputados, por mencionar algunas.
Así que, aunque la idea de cyborg nos pueda resultar ajena, extraña e incluso repulsiva, parece que de forma creciente nos introducimos en ella, nos convertimos todos un poco en cyborg y dado que nos ayuda a resolver problemas, no la percibimos como nada malo, como nada cuestionable.
El cyborg extremo
Claro, lo que pasa es que al hablar de cyborg, en el fondo, estamos pensando en formas digamos extremas de cyborg.
Un cyborg en que las capacidades artificiales que se incorporan tienden no tanto al arreglo de deficiencias como al aumento de capacidades físicas, perceptuales o cognitivas, un cyborg en que la fusión es mucho más profunda y no meramente anecdótica.
Especialmente en las formas aún fantásticas (sin realización real, al menos actual) de cyborg, en que se puedan aumentar las capacidades intelectuales (mediante alguna forma de fusión con la inteligencia artificial) o de memoria (mediante alguna forma de fusión con la computación en la nube), de telekinesis o telepatía (probablemente mediante algún tipo de fusión con neurotecnología), la multiplicación de nuestra fuerza física (mediante alguna forma de fusión con exoesqueletos o extensiones robóticas) nos sorprenden, nos desafían, nos asustan…y puede que con razón.
El concepto de cyborg de Donna Haraway
¿Qué es un cyborg en realidad?
Bueno, cada uno puede tener su opinión y la evolución tanto tecnológica como social nos conducirá a un sitio u otro, pero quería revisar muy brevemente un concepto primigenio de cyborg, el expuesto por Donna Haraway en su famoso ‘A Cyborg manifesto‘ y que atrae mi atención al encontrarlo mencionado en el libro ‘Person, Thing, Robot: A Moral and Legal Ontology for the 21st Century and Beyond‘ de David Gunkel, un manifiesto que descubro tiene más que ver, quizá, con una visión del feminismo e incluso con una revisión filosófica de corrientes como el marxismo o el existencialismo, temas en los que no voy a entrar.
Pero con lo que me quedo es sólo con la idea que resume Gunkel acerca de que la visión de Haraway de un cyborg, no se queda sólo en esa idea de la fusión de humano máquina sino que, de alguna forma lo extiende para reforzar la idea es que lo importante es romper distinciones binarias, en este caso entre orgánico e inorgánico o lo natural de lo tecnológico.
Implicaciones y transhumanismo
No voy a analizarlo, pero sí quisiera mencionar cómo una visión extrema, o al menos avanzada de cyborg, que tiende a conducirnos a visiones transhumanistas de ‘superación’ de lo meramente humano, tiene implicaciones muy serias, de tipo ético y social (por ejemplo, un forma nueva de brecha entre humanos aumentados y no aumentados y entre clases pudientes y no pudientes) o incluso filosófico profundo (la verdadera naturaleza humana).
Conclusiones
Probablemente, la ídea de cyborg, aparte de retos tecnológicos muy interesantes, plantea, y en realidad esto es mucho más importante, profundos desafíos éticos y morales, muchas preguntas a las que es muy difícil contestar ahora mismo y que creo que lo iremos haciendo poco a poco a medida que los avances tecnológicos vayan haciendo más y más factible formas más complejas (prefiero no utilizar el término ‘avanzadas’) de cyborg y por tanto las posibilidades cyborg sean más tangibles, más reales. La reflexión sobre todo ello, desde luego, daría para muchísimo más que un post.
Recordemos, no obstante, que ya todos hoy en día somos un poco cyborg y, más bien, se trata de saber hasta dónde será posible llegar y hasta dónde estaremos dispuestos a llevar esa fusión con la tecnología.
Fuente: cyborg