Steve Jobs y Steve Wozniak presentan orgullosos el revolucionario Apple I, uno de los primeros ordenadores personales que integró por primera vez un microprocesador con conexión para teclado y monitor. Diseñado meticulosamente a mano por Steve Wozniak, este hito tecnológico marcó el inicio de una era digital que transformaría la forma en que interactuamos con la tecnología. Su creación no solo representó un avance técnico, sino también un sueño hecho realidad para los pioneros de la informática moderna.

“Hay que arriesgarse a fracasar”. Esta fue una de las frases que Steve Jobs lanzó en 2005, como un dardo certero, durante su ya famoso discurso a los estudiantes de la universidad de Standford, tras ganar su primera batalla contra el cáncer. Y no cabe duda de que este visionario nacido en San Francisco siguió a rajatabla las palabras de su propio lema durante sus cincuenta y seis años de vida, hasta convertirse en uno de los innovadores más importantes de nuestra era.


Para Jobs, considerado por algunos (como el director de cine Steven Spielberg) el mayor inventor desde Thomas Edison, las claves de la innovación eran siete: la pasión por lo que uno hace, la visión de cómo mejorar el mundo con tus ideas, la reactivación del cerebro, la venta de sueños en lugar de productos, saber mantener el foco (y ser capaz de decir que no), ofrecer una gran experiencia a los clientes y ser un buen comunicador. Estas claves lo condujeron a abrir nuevos caminos no transitados antes; o, en palabras del vicepresidente de Forrester Research, a cambiar el mundo cinco veces.

Las innovaciones de Jobs (siempre girando en torno a la tecnología) lograron alcanzar y revolucionar diferentes sectores. Analizaremos el impacto de Jobs en cuatro de ellos: la informática, la telefonía, la música y el cine.

En 1977, Apple Computer, la compañía creada en un garaje por Jobs y su amigo Stephen Wozniak, puso a la venta el Apple II, que se convirtió en el primer ordenador personal producido en masa de la historia. Era la primera vez que una computadora había sido diseñada para uso doméstico, con el objetivo de llegar al ciudadano de a pie y no solo a ingenieros. Este modelo permaneció en el mercado durante dieciséis años, y acabó formando parte de muchos hogares.

Sin embargo, la hazaña informática de Jobs no terminó ahí. En 1998 salió a la venta el iMac, un ordenador personal de una sola pieza (la CPU va integrada en el monitor) que presentaba unas prestaciones inmejorables y un diseño vanguardista. Las acciones de Apple se revalorizaron en un 50% y el iMac se convirtió en el ordenador de sobremesa de referencia.

El impacto que supuso la presencia de Jobs en el mundo del cine quizás no habría ocurrido nunca si no hubiera sido por su sorpresivo despido de Apple en 1985, la compañía que él mismo había fundado en 1976. Tras este varapalo, Jobs pensó en retirarse del mundo empresarial, pero su intuición, siempre afilada, no se lo permitió. Un año después fundó dos empresas, NeXT y Pixar. Esta última intentaba abrirse paso en el mercado informático con un ordenador para diseñadores gráficos llamado Pixar Image Computer. Sin embargo, el proyecto no funcionó bien y la compañía empezó a sufrir pérdidas. Un acuerdo con Disney para realizar películas de dibujos animados lo cambió todo: en 1995, Pixar ganó un Oscar gracias a “Toy Story”, el primer filme realizado íntegramente por ordenador. A esta película la seguirían muchas otras de gran éxito, como “Monstruos, S.A.” o “Buscando a Nemo”, que han convertido a Pixar en un símbolo de calidad cinematográfica y un referente en el ámbito de la animación digital.

En 2001, Steve Jobs, que había vuelto a Apple en 1996 tras once años de ausencia, revolucionó el panorama musical gracias a dos nuevas creaciones: el iPod e iTunes.

El primero era un reproductor de música portátil. Cuando salió a la luz, ya existían otros en el mercado, pero ninguno como aquel: era más pequeño, tenía mucha más memoria (en su interior se podían almacenar mil canciones), su interfaz era extremadamente sencilla e intuitiva… Por supuesto, fue todo un éxito: en 2003 se habían vendido ya dos millones de dispositivos por todo el mundo, y un invento de Jobs volvía a estar en boca de todos.

iTunes, por su parte, cambió para siempre la industria discográfica. Este reproductor de medios permitía a sus usuarios, entre otras cosas, organizar su música en listas de reproducción, grabar CDs, convertir archivos a otros formatos, y, lo más importante de todo, comprar música por Internet mediante la tienda iTunes Store.  Era la primera vez que un usuario podía, por un módico precio, adquirir canciones sueltas de sus artistas favoritos.    
Jobs era muy consciente del impacto que iba a ocasionar también en este sector cuando anunció la aparición del iPhone en 2007. Aunque este no fue el primer smartphone de la historia (el título lo ostenta el IBM Simon), sí fue el primero que contaba con una pantalla táctil que se podía manejar solo con dos dedos (multi-touch), que prescindía del teclado y que contaba con conexión 2G a Internet, entre otras cosas. Su potencia, su cámara de fotos, sus aplicaciones únicas… La calidad del teléfono ideado por Jobs era innegable. Nombrado “invento del año” por la revista Time en 2009, el iPhone se convirtió en el modelo a seguir por muchas empresas; su boom propició que la competencia desarrollará sus teléfonos inteligentes con sistema operativo Android, y que el sector de la telefonía móvil alcanzará su auge actual.

No cabe duda de que la figura de Steve Jobs es -y será- un referente para los emprendedores de nuestro siglo, y de que su nombre y sus logros representarán la innovación más disruptiva durante mucho tiempo.
"La innovación distingue a los líderes de los seguidores"- Steve Jobs